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24 de Mayo, 2011    entretenimiento

Los árboles perdidos

La luna llena se filtraba por entre árboles escuálidos y flacos, de ramas desnudas y largos troncos, tan altos como el vuelo de los pájaros. Más de una vez mi caballo se espanto del trote, asustado por las raras sombras que estos proyectaban en el suelo. Una mezcla de texturas arabesca sin principio, ni fin.

¡Eran miles!; diseminados por todos lados. En buena parte de esa espesura, pasar entre ellos, era como sortear los barrotes de una celda. Se podía percibir en el silencio sepulcral de aquella noche, el ruido, al pisar las hojas secas.

Muchas veces, me di vuelta, por tener la sensación de sentirme observado.

Temía bostezar para evitar algún sonido gutural y en ningún momento, se me ocurrió desmontar, aunque mis piernas necesitaban ese descanso.

Di tantas vueltas buscando una salida.

Me sentía prisionero entre cientos de árboles, unos, tras otros, en formaciones caprichosas y esquivas.

En un momento, casi a la madrugada, cansado y abatido, decidí, parar y sin bajarme, me dormí profundamente, con mi cuerpo semi doblado, sobre el lomo de mi fiel compañero.

Me despertó el trinar de los aves, saltando entre el tupido follaje de los mismos árboles desnudos de la noche anterior. No comprendía nada, cada vez mi confusión era más profunda.

Me repuse de tamaña novedad y trate infructuosamente en encontrar la manera de abandonar el bosque. Otra vez el anochecer presagiaba el fin de otro día.

De nuevo los árboles delgados, con escuálidas ramas, alumbrados por una luna, que de alguna manera me acompañaban con su luz.

A pesar del cansancio perdí el sueño, que de a poco, gano mi inconsciencia.

Me dormí sentado sobre mi montura y al despertar me encontré en un valle verde, cubierto de flores silvestres, arbustos medianos y el bullicio particular de un lugar habitado por distintas especies de animales.

Cada jornada era inevitablemente un desafío a mi confusión. Trate de reponerme de esa horrible experiencia. Necesitaba salir del lugar. Las horas de ese día fueron breves comparadas a tanta ansiedad.

Oscureció, según mis cálculos demasiado rápido.

Fue una noche cerrada, sin luna. Decidí tirar los pellones al piso y armar una especie de bolsa de dormir. Me empezaba a acostumbrar a ese cambio de escenarios distintos al pasar de los días.

Desperté a media mañana, bajo un sol abrazador. No podía creer. Médanos de arena y un inmenso desierto me rodeaban.

Mi caballo había desaparecido.

La incertidumbre, gano mi espiritu y me deje caer de rodillas con los brazos abiertos sollozando.

De pronto pude descifrar en el brillo del horizonte, tres figuras de hombres en camellos, que cansinamente avanzaban hacia mí. Haciéndome visera con mis manos, observe sus movimientos.

Me puse a caminar hacia ellos, para acortar la distancia que nos separaba. Al estar más cerca, comprobé, que aquellas figuras, eran solo tres árboles en ese inmenso horizonte de arena.

Llegue sin fuerzas, su copioso follaje, daba una buena sombra y un hilo de vertiente ofrecia un confort a ese espacio, en el lacerante entorno de sequedad y calor agobiante.

Recostado sobre uno de sus troncos, el cansancio me provoco una somnolencia, que aproveche en un reparador descanso.

Soñé una charla con un viejo chiquito, gritón, de ojos grandes, pelos revueltas, con una sonrisa casi diabólica, vestido con harapos.

Me hablo de bosques con árboles inmensos, desnudos y delgados, donde estaban enterrados los cuerpos de hacheros fallecidos desde hacia décadas.

Prometió darme algunas pistas, que debía develar para salir de aquella pesadilla.

Me comentó que los tres árboles tenían nombre y representaban un hachero: Moreno, Blanco, Rojas.

Cada uno tenia puesto un saco, pero ninguno de los tres vestia el color de su apellido. Repitió varias veces mientras se alejaba: debes decir el color del saco de cada uno de ellos.

Socarronamente dijo: el señor blanco, dice estar de acuerdo con esta descripción.

¡Si lo descifras, serás libre!, fué su último grito. En ese momento se interrumpió mi sueño.

Aún estoy aquí.

Tal vez, puedas ayudarme a salir.

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publicado por robmjalif a las 22:02 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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