La luna llena se filtraba por entre árboles escuálidos y flacos, de ramas desnudas y largos troncos, tan altos como el vuelo de los pájaros. Más de una vez mi caballo se espanto del trote, asustado por las raras sombras que estos proyectaban en el suelo. Una mezcla de texturas arabesca sin principio, ni fin.
¡Eran miles!; diseminados por todos lados. En buena parte de esa... Continuar leyendo